Galería de personajes

sábado, 26 de abril de 2014

El hombre Omega

Era el último. Todos los suyos habían muerto ya. Tantos años acabando con especies y ahora los humanos eran animales en extinción. Esta vez la madre Gaia no protestaría. Los engulliría para liberar a sus otros hijos de este bastardo que nunca debió de nacer. Pero todavía quedaba un hombre en cuyas manos estaba la salvación o condenación de toda su raza. Y ahora marchaba solo por lo que años antes había sido una calle concurrida, acompañado únicamente por sus pensamientos. Podía salvar a la Humanidad gracias a sus estudios genéticos, pero tal vez fuera mejor arrancar aquel parásito, aquella carcoma que roía la Tierra. Se detuvo para mirar el sol que calentaba sus huesos y una frágil mariposa se posó en su hombro. La miró. Ahora estaba seguro de su decisión.


Café Cocó

A Margott y a mí nos encanta acudir al Café Cocó, siempre tan chic y rebosante de conocidos. Charlamos, reímos y, de vez en cuando, también bailamos un foxtrot si algún caballero nos invita a ello. Nunca estás sola allí y puedes pasar toda la noche sin pensar en nada, porque todos ríen como si todavía conservasen la vida.


Cronos

Los señores del tiempo no podían permitir que nadie atesorase horas, minutos, segundos. A eso sólo tenían derecho ellos y cuando aquel músico descubrió la forma de poseerlo se convirtió en uno de ellos y eso era intolerable. Preferían destruir el mundo y volver a crear uno nuevo antes que compartir su poder. Así que enviaron a uno de sus sirvientes a destruir el Reloj Supremo, el que desgranaba los momentos. Y con el último chasquido de su mecanismo se detuvo el mundo.


jueves, 24 de abril de 2014

La maldición del pintor

Traté de advertirle. Mi maldición, la maldición del pintor, le alcanzaría también a ella si cometía el error de amarme. Pero no me quiso escuchar y yo no pude resistirme. Nunca puedo, esa es mi maldición. Y ahora el lienzo ha atrapado su alma para siempre y allí quedará, convertida en una de mis pinturas, como las otras, como tantas otras. Y yo derramaré mis lágrimas por ella, ante su imagen. Pero volveré a caer con otra mujer y una nueva pintura se añadirá a todas ellas, componiendo mi extensa y aclamada obra.


Opuestos

Si tu eres la fuerza
yo soy la ternura.
Si tu eres la prisa,
yo soy la templanza.
Si tu el fuego
yo la brisa.
Si tú el comienzo,
yo el destino.
Tan diferentes
y en el fondo
sin uno no hay otro.



Amantes

Tus labios se acercan hasta mí despacio
como si quisieran decirme algo,
como si buscaran algo que perdieron
y que ansían encontrar.

Les dejo acercarse
como un cazador a su presa
los espero con ansia,
los miro con deseo.

Deslizo un dedo por esos labios
que ahora me nombran en un susurro
como si fuera una oración
como si fuera una leyenda
contada por los mayores ante el fuego.

Sigo las lineas de tus labios con el dedo
y los miro como si no los conociese
fijándome en cada detalle, en cada curva
hasta llegar a tu barbilla.

Desciendo siguiendo tu cuello
y me detengo un momento
solo para llamar a mi boca
y que ella siga el camino
comenzado por mis dedos.

Mi lengua se niega a avanzar
sin antes conocer el origen,
la patria que mis dedos abandonaron
y desanda el camino que aquellos realizaron
volviendo por tu garganta
hasta llegar a tu boca.

Tu boca que para mi boca
es patria, destino y descanso
Y en ella se detienen
mientras mi lengua busca a su gemela
y la encuentra entre tus labios.



No soy muy dada a la poesía. Realmente no se me da muy bien. Este es uno de los pocos poemas que he escrito y fue para una especie de contienda para celebrar un día de los enamorados en cierto foro donde comencé a dejar que otros leyesen lo que surgía de mi cabeza.

Cuentos

Mi abuelo siempre me había contado que las momias se guiaban por el movimiento. Él vivió durante muchos años en Egipto, así que supongo que sabía de lo que hablaba. Espero que fuera verdad lo que me decía y no se tratase de un engaño para que permaneciese quieta en mi cama y no le molestase mientras bebía su brandy. Porque aquí estoy, inmóvil como estas estatuas de mi derecha, tratando de que esa criatura que salió del sarcófago no haga conmigo lo que hizo con mi padre y mi hermano. Ya oigo sus pasos. Ese lento arrastrar que hiela mi sangre. No debo llorar, no debo respirar. Pero mi corazón parece retumbar en esta fría sala, delatándome. Se acerca a mí y cierro los ojos. Si la miro gritaré y me descubrirá. La siento más próxima. Si estuviese viva notaría su aliento en mi cara. Parece husmear el aire… Abuelo, te odio por mentirme.


miércoles, 23 de abril de 2014

La búsqueda

Sus manos, curtidas tras largo tiempo en la mar, se aferraban ávidas a un cabo que había formado parte de las jarcias del Milagro. Si sólo pudiera hablarle, decirle que llevaba una eternidad persiguiendo esos ojos negros que había buscado en cada mujer que encontraba y en cada barco que abordaba. Esos ojos que habían poblado cada sueño desde hacía tanto que ya no recordaba haber soñado nada más en su vida. Y los había encontrado en ella. En esa noche aciaga en la que sus dos navíos se encontraron a la luz de la luna llena.

Una forma oscura se acercó a él despacio y al levantar la vista volvió a ver aquellos ojos mirándole desde lo alto del castillo de proa. Por unos segundos creyó encontrar reconocimiento en los mismos, pero ya estaba cansado de luchar por su vida y dejó que el mar se cobrase su deuda. Las aguas lo arrastraron al fondo mientras unos ojos negros le acompañaban en su descenso.


Este es uno de los que más me gustan, tanto que lo estoy continuando para un relato más largo. Espero poder deciros dentro de un tiempo que el relato ya está completo. Como muchos de mis amigos saben, porque los fundo a imágenes de barcos en Facebook, me encantan los barcos de vela antiguos y si lo unimos a un personaje que está poblando todos mis relatos de unos meses a esta parte tenemos como resultado este microrrelato y el próximo relato a terminar.

Gaia

Los enormes peces giraban cada vez con más rapidez. Giraban y giraban, como llevaban haciéndolo eones. Y con cada giro nuevos mundos se formaban. Pero aquella vez sería especial. La energía producida por los peces estalló provocando un cambio en las condiciones del espacio. Y un mundo, que estaba llamado a conquistar a sus hermanos, surgió. Pero los peces no lo sabían y siguieron con su danza eterna produciendo nuevos planetas y nuevos sistemas solares. Pero aquel diminuto planeta comenzó a latir con vida propia. Y a expandirse y a contraerse.

Al cabo de millones de años sería llamado por sus habitantes Gaia y en él surgirían seres lo suficientemente inteligentes para viajar a otros planetas y convertirse en los tiranos que someterían al resto de los nacidos de la danza de los peces. Y olvidarían de dónde habían nacido y se autoproclamarían dioses.


¡Conejiiiitoooo!

La plaga se había extendido por todo el país. Demasiados ensayos genéticos habían llevado a muchos seres vivos a la mutación. Las zanahorias ya habían atacado a varios niños pequeños. Habían adquirido conciencia de lo que eran y de lo que les habían hecho y ahora clamaban venganza.

El pobre conejito no intuía lo que le acechaba. Ese dulce, tierno y, ¿por qué no decirlo?, mmmm…. sabroso conejito no sabía que ella se encontraba a su espalda. Se acercó sin hacer ruido deslizándose, arrastrándose, acortando la distancia con el animalito. Suave, pequeño… delicioso. La hortaliza casi se relamía anticipando el sabor del pequeño mamífero. Sus raíces rozaron el suelo provocando un murmullo. El pequeño levantó sus orejitas. La planta susurro:

-¡¡¡Conejjjjiiiiitooooooo….!!!

Este la miró con sus ojillos, movió la naricita… y devoró a la zanahoria mutante.

Recuerda, nunca subestimes a un conejito zombie.




Este microrrelato es uno de mis preferidos. No por lo bueno o malo que pueda ser sino por lo que lleva detrás y por todo lo que me recuerda. Durante un tiempo estuve compartiendo letras, locuras y alguna poesía con una gente maravillosa en un rinconcito virtual llamado "El cementerio de los conejitos zombis". Un lugar donde dábamos rienda suelta a nuestra locura y en donde podíamos encontrar una conejita zombi seguidora de Batman como en la que me convirtió mi amigo Alberto Abad, autor del dibujo. Ellos me ayudaron a dejar de lado mi vergüenza para dejar volar la imaginación con lugares y situaciones ilógicas al modo del País de las Maravillas de Alicia. Gracias a todos mis amigos conejitos zombis por esos buenos ratos pasados.



Dibujo de Alberto Abad, "el Garras"

El tren

La tormenta comenzaba a despejarse por el sur. El tren traía el cielo abierto y con él la esperanza de algo diferente. Ni bueno ni malo, solo diferente.

Las maletas que la acompañaban guardaban los únicos recuerdos que le importaban de verdad. Ni buenos ni malos. Sólo recuerdos.

Tal vez debería dejar también allí esos recuerdos. Que esa lluvia que se obstinaba en empañar sus ojos borrase su vida pasada. Ni buena ni mala, sólo su vida anterior.

El tren se acercaba y ella se levantó de la maleta donde había estado aguardando a su esperanza. Lo miró tratando de descubrir su futuro en él, pero era sólo un tren que venía de la tormenta. Se detuvo junto a ella y abrió sus puertas invitándola. Ella se apartó un mechón rebelde de su cara y subió dejando atrás sus años vividos. Ni buenos ni malos, sólo los años con él.

Foto de Sergio García

El fotógrafo y la ardilla

Una bellota, otra bellota... una nube.
Una bellota, otra bellota... un ruido.
Un clic, dos clic. Unos pasos.
Miro hacia abajo. Un humano. Algo en sus manos. ¿Un palo de fuego?
Otro clic. No, no sale fuego. Es más pequeño. Se lo lleva a los ojos.
Otro clic. Me ha visto. Me detengo.
Otro clic. No estoy muerta.
Una pata, otra pata... voy bajando.
Otro clic y sigo viva.
Una pata, otra pata...
Una pata, otra pata... ya he bajado.
Me apunta. Me detengo. Lo miro.
Otro clic. Algo se mueve en el tubo.
Una pata, otra pata...
Una pata y alargo la otra.
Un círculo se abre.
El círculo se cierra.
Otro clic. Me asusto. Lo miro.
¿Tienes una bellota?



Este fue uno de mis primeros microrrelatos. A un amigo le pareció graciosa la foto y nos retó a que escribiésemos un microrrelato. Pretendía imitar la rapidez y los movimientos nerviosos de la ardilla, de ahí que se trate de frases cortas, como si fueran flashes en la mente de la ardilla.
Le tengo mucho cariño a este micro y quiero que sea el primero a compartir con vosotros.

Bienvenidos

Nunca me había decidido a crear un blog. Algo de vergüenza y mucho de pereza. Además no creía tener nada interesante que contar. Pero hoy hace un año que gracias a un amigo y compañero de foro conocí a un escritor (David Rozas). Éste me puso en contacto con otros escritores y aspirantes a escritor y el gusanillo que había estado aletargado durante años comenzó a crecer. Desde jovencita había escrito novelitas que no pasaban de historias con las que unas amigas y yo echábamos unas risas. Éramos las protagonistas y vivíamos aventuras inventadas. Pero en este año he conocido a buena gente que está en este mundo, sobre todo tengo que dar las gracias a mi gran amiga Ana Vivancos (Wiss para los amigos) que ha sido quien, a fuerza de ser pesada, ha conseguido que lo que escribía saliera a la luz pública. Y éste es el resultado, perder del todo la vergüenza y lanzarme al mundo de los blogs. Aquí iré poniendo mis microrrelatos, género con el que me sentía muy a gusto, pero que con Ana he llegado a querer hasta convertirse en mi género favorito. Traspasad las puertas de mi paraíso y sed libres de comentar lo que os parece. Sed bienvenidos a mi "Sihaya", a mi paraíso fremen.