De cómo una portada puede vender.
Parte de culpa de que me acercase a este libro la tiene su
portada: el esqueleto tocando la trompeta. Luego ya leyendo por encima su
sinopsis todavía me atrajo más. Un asesino real que campó por Nueva Orleans a
principios del siglo XX. Dos cosas que me ayudaron a decidirme por comenzar su
lectura o, mejor dicho, tres. Se trataba de una novela negra con un fondo
histórico real y en una ciudad que me atrae. La verdad es que la recreación del
ambiente está bastante bien lograda, aunque por una extraña razón mi mente se
obstinaba por verlo desde la perspectiva victoriana del siglo XIX. Tal vez por
la referencia a Sherlock Holmes a la que contribuye una de las protagonistas, o
tal vez porque me evocaba ese ambiente oscuro que me recordaba al barrio
londinense de Whitechapel y su famoso asesino.
La historia que nos presenta Ray Celestin parece ser más
interesante que el propio tema del Asesino del hacha real. Una cosa curiosa es
la introducción de cartas reales que el homicida real escribió a los periódicos
y que Celestin incluye en su novela. El entramado interior es interesante
porque no es solo un investigador el que trata de descubrir al asesino, sino
que son varios, con lo que el escritor nos va descubriendo pistas y aclarando
hechos, pero ninguno de los personajes tiene toda esa información al completo.
Se agradece que los personajes no sean arquetipos, aunque tampoco sean
originales. Todos tienen su vida y sus problemas fuera del hilo principal que
el autor nos va desgranando poco a poco. Algunos tienen un tratamiento más
profundo y otros se quedan un poco cortos tanto en su personalidad como en sus
motivaciones, pero en general están bien construidos. Se echa en falta una
mayor profundidad en el personaje histórico, aunque no sea uno de los
principales y tal vez por eso no esté tan trabajado. Para mí la relación más
interesante y más cuidada es la de Talbot y D’Andrea. Nada original en el fondo
porque la hemos visto muchas veces: el maestro y el alumno. Pero se trata de
los dos personajes más completos que he encontrado. Tienen un pasado y una
personalidad muy compleja, aunque Talbot en el epílogo parece perder esa
profundidad con un cambio demasiado radical para mi gusto.
En cuanto a la ambientación está bien recreada y, en algunas
ocasiones, resulta asfixiante ayudando a la narración y a crear tensión. Los
manglares, el ambiente de los barrios bajos de Nueva Orleans, ese aire cajún
nos sumerge en la opresión y la amenaza a la que contribuye la tormenta que se
cierne sobre la ciudad y que parece ser reflejo de la historia sobre la
investigación de las muertes del asesino.
Es verdad que se podría haber sacado más partido a algunas
situaciones y a algunos personajes, pero en conjunto es una novela que mantiene
el interés y la intriga. Es una buena forma de despertar el interés por la
ciudad de Nueva Orleans. NOLA como la llaman por aquellas tierras.