Un libro que empiezas pensando que va a ser un libro de
humor y terminas enganchada y leyendo como si se tratara de un thriller. Un
personaje que parece más un payaso que un policía londinense, pero en el que
descubres a un investigador con instinto. Tal vez no termina todo lo redondo
que podrías esperar si lo comparas con el desarrollo de la acción, bien
llevada, pero que deja un buen sabor de boca. Magos, dioses, fantasmas son
ingredientes en esta historia. Y de fondo las calles londinenses en las que te
sumerge la acción, descritas con detalle como si te pasearas o corrieses por
ellas.
Algunas críticas lo han comparado con Harry Potter, aunque a
mi entender se parece más a Harry Dresden, de Jim Butcher; un mago más adulto y
gamberro que el de Howards. Tal vez en esa comparación no salga muy bien parado
Peter Grant, porque no puede compararse con el sarcasmo de Dresden, pero se
trata de un libro que se lee con rapidez y se disfruta. Divertido e intrigante,
¿qué más pedirle? Cumple con su objetivo de entretener y no aburrir.
Hasta Patrick Rothfuss lo recomienda.