Aprovechando la emisión de la serie
basada en esta novela, adelanté su lectura y debo decir que no me ha
defraudado. Parafraseando a un amigo, se trata de una “novela
palomitera” y eso es lo que me esperaba; que me entretuviese. Y lo ha
conseguido, incluso me ha dado pie para disquisiciones filosóficas.
Comienza ya mostrando una escena que sabemos que nos va a llevar a otra
plagada de acción. La mención a las armas que poseen los protagonistas
nos da pistas de que no son una pareja común. Luego se desata el caos.
Con este prólogo ya podemos imaginar qué podemos encontrar (Volver de la
muerte puede ser duro), pero no creo estar haciendo spoiler porque
seguramente todos hemos leído (o visto) algo referente a esta historia.
Incluso puede que hayas visto los carteles que plagaron nuestras
ciudades con publicidad de la serie. Y ahora empieza la historia que
podríamos enlazar con cualquier novela negra de investigadores privados.
Takeshi Kovacs podría ser, salvando las distancias, coetáneo de Marlowe
o Spade. Tipos duros sin nada que perder que buscan la verdad y que, en
el fondo, tienen su vena sensible. He dicho salvando las distancias
porque no pueden compararse. Siempre perdería Kovacs, pero no por ello
es una mala novela, como ya comenté arriba. Entretenida y en la que no
buscas nada más. Es interesante la explicación del autor sobre las
fundas y su adaptación a la nueva persona. Pensándolo bien, es
aterradora esa posibilidad, sobre todo para la gente menos pudiente.
En cuanto a su ambientación se le ha tildado de copiar a Blade Runner,
en especial a la película. Pero en este caso el “replicante” es el que
lleva la acción. Humanos mejorados para la lucha. Podríamos también
enlazar con el tema del veterano de guerra que ha visto demasiado y tal
vez por eso surge ese distanciamiento del resto del mundo y su desprecio
tanto por su vida como por la de los demás. Pero no lo suficiente para
no hacer buenas obras. Un personaje complejo.
Tal vez en algunos casos las soluciones a situaciones extremas no se
resuelvan coherentemente o parezcan surgir de casualidades. Aunque si
seguimos viéndolo a través del prisma del entretenimiento, puede pasarse
por alto esta circunstancia.
Quizá cuando termine de ver la serie me decida a comparar una y otra.
Por el momento solo decir que es una buena novela para disfrutar e
incluso pensar en determinados puntos bajo la mirada de la filosofía. Y
terminar con una frase de una de las canciones que aparecen en la serie
(la original es de Johnny Cash) y que es un buen punto y final para la
historia de Takeshi Kovacs: “ain’t no grave can hold my body down” (no
hay tumba que pueda contener mi cuerpo).