El
buen sabor de boca que me había dejado la película basada en esta
historia me cortaba un poco de iniciar su lectura. Recuerdo haber salido
del cine con una sensación agradable, incluso con optimismo. Son de
esas películas que te dejan un poso que consigue que sigas recordándolas
con ternura al paso de los años y de que te enganches a ellas cuando
vuelven a reponerlas en televisión (eso, hasta que los anuncios
excesivamente largos acaban con tu paciencia). Esa misma sensación tuve
con otra adaptación de Stephen King, La milla verde, o con otra película
emblemática y querida por mí, American Beauty. Películas que te
consiguen, a pesar de su argumento y desarrollo (y final) que te quede
una sensación de esperanza y de pensar que todo merece la pena. Que hay
que buscar la felicidad, aunque no la veas muy cercana. Pues todo esto
me llevó a plantearme (además de la propuesta realizada en un club de
lectura en el que estoy descubriendo muy buenos libros), el inicio de
esta nueva lectura. Y no me defraudó. He llegado a la conclusión de que
Stephen King me gusta más cuando no trata temática de terror. Tiene una
narrativa, en apariencia sencilla, que te va llevando a lo largo de toda
la historia sin detenerse ni dejar que te aburras o te pierdas. Me
ocurrió con "Colorado Kid" y me ha ocurrido con este libro. Cuando me
detenía en su lectura era porque no tenía más remedio, no porque
perdiera interés.
Y ahora entramos en la historia, aunque sabía
lo que iba a ocurrir seguía queriendo leer más. Hago otro inciso para
alabar la adaptación de la novela a su formato cinematográfico. No se
pierde nada o casi nada del espíritu de la obra. El único problema es
que sigo viendo a Morgan Freeman en el papel del irlandés pelirrojo
llamado Red. Un acierto la utilización de la primera persona para
acercarnos la historia, aunque no se centre en el narrador, sino en
alguien próximo a él. Por lo tanto, no podemos saber realmente lo que el
protagonista siente o piensa, más aún cuando se nos dice que era muy
reservado. Podemos ver la evolución y la apertura del personaje hasta el
final y su complejidad camuflada bajo esa frialdad. También una crítica
al sistema carcelario de la época retratada; la corrupción de los
directores y de la gente que se aprovechaba de dicho sistema. Pero todo
sin moralizar, solo como simple información dejando que nosotros
saquemos las conclusiones.
Y todo encuadrado en esa búsqueda de la libertad del hombre, de la justicia a pesar de todo, incluso de la propia Justicia.
Todas
estas opiniones y digresiones para tratar de convencer al posible
lector reticente de que comience la lectura de este relato sin reservas,
incluso si ha visto la película "Cadena perpetua". Puedo casi asegurar
que no le dejará indiferente. Así que "todo se reduce a dos
posibilidades: o te consagras a vivir o te dedicas a morir".
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