Los pétalos mecánicos giraban y eso la hacía sonreír
esperanzada. Sentía el viento de la tormenta con cada impulso. El juguetero
observaba su creación expectante. Estaba seguro de que esta vez lo conseguiría,
la muñeca lograría elevarse. Un nuevo impulso de sus piernecitas consiguió que
los pétalos siguiesen girando y que sus pies flotasen en el aire. El hombre
sonrió.
Un pequeño homenaje a Philip K. Dick añadiéndole un toque steampunk.
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