Llevaba tiempo queriendo leer “Siempre hemos vivido en el
castillo” de Shirley Jackson, una de las grandes escritoras de terror. Pero,
como me ha ocurrido en otras ocasiones, no ha llegado a cubrir mis
expectativas. No quiero hacer spoiler, por lo que sólo diré que pronto se
desvela la intriga principal. Luego únicamente esperamos durante toda la novela
a ver quién es el siguiente que muere, pero hasta eso se nos niega. La autora
no quiere satisfacer nuestra curiosidad en este ni en otros aspectos. Todo el
principio nos está prometiendo una intriga que tarda en llegar y, cuando lo
hace, no viene del lugar de donde lo esperábamos, y se queda en algo que nos
recuerda bastante al “Frankenstein” de Mary Shelley. Esa escena sí que está
bien planteada y parece que nos va a llevar a una apoteosis… que no llega
nunca; para terminar con una historia típica de leyenda urbana. Tal vez cuando
se publicó (1962) sería innovadora, pero ahora hemos visto y leído cientos de
historias semejantes.
Sentía curiosidad por saber qué es lo que otras personas
habían encontrado en la novela y he leído un par de reseñas después de mi
lectura, y me he dado cuenta de que ni ellos se ponen de acuerdo. Unos hablan
de que la protagonista es una niña, otros de que es una mujer de dieciocho años
con problemas psicológicos y retraso emocional. Sí, problemas psicológicos los
encontramos, pero no sólo en ella, sino en su hermana mayor. De nuevo, la autora no quiere darnos todos los
detalles y no queda claro en qué terminó el juicio por la muerte de la familia.
Esta muerte queda sin resolver, aunque el pueblo hubiese juzgado y condenado ya
a una persona. Si la absuelven habrían que buscar a un culpable, cosa que nunca
se hizo, al menos es lo que parece decirnos la autora.
Si la protagonista es una niña podría entenderse más
claramente su forma de actuar y los vetos que tiene impuestos, pero hay
demasiadas insinuaciones y demasiadas cosas sin explicar que quedan en el aire.
No me importan los finales abiertos, pero aquí hay muchas lagunas que la autora
no nos cuenta.
La novela es una novela de personajes donde tiene más
importancia lo que hacen o, en el caso de Merrycat, lo que piensa. Esta protagonista
me ha llevado a compararla, salvando las distancias y añadiéndole esa nota
maligna, con Auri de “El hombre del viento” de Patrick Rothfuss y, más
concretamente, en su novela “La música del silencio”. Los objetos son
personajes y cada uno tiene su sitio. Se les concede más vida que a muchas
personas de carne y hueso que aparecen en ella; cosa que ocurre en esta novela
de Jackson. Algunos de sus personajes reales nos los quiere mostrar tan
claramente a través de sus acciones que casi se nos presentan como arquetipos.
Tal vez tenía demasiadas expectativas y es lo que me ha
llevado a no disfrutarla plenamente. La ambientación es muy buena, pero me deja
con tantas lagunas la historia que no ha conseguido gustarme.
No sé si he leido algun titulo de Shirley Jackson, pero Stephen King la ha citado con frecuencia.. Me la anoto. Un saludo!!!
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